Nicaragua: Las alertas internacionales en defensa de la democracia y los derechos humanos una vez más funcionan

Por el 11 de septiembre de 2019

El informe del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de la Organización para las Naciones Unidas, la expresidente chilena Michelle Bachelet, sobre la situación en Nicaragua, similar al informe sobre Venezuela en el que solicitó que el mismo sea analizado por la Corte Penal Internacional y se expresó por una convocatoria al Consejo de Seguridad de la ONU para tratar en forma urgente la crisis venezolana, es una nueva señal de alerta a tiempo a la comunidad internacional sobre el régimen de Daniel Ortega.

Es que más allá de las cuestiones diplomáticas en el marco de las relaciones internacionales de cada Estado, en el que algunos han tomado una posición más firme y otros son más reacios a enfrentar a dicho régimen, hace rato que el tema Nicaragua pone en jaque a las bases mismas del sistema democrático. Primero con un avance sobre la libertad de expresión[1], después cuestionando la legitimidad del Sistema Interamericano de Derechos Humanos y en especial el rol de la Corte Interamericana de Derechos Humanos[2] y en el último tiempo con la persecución, muerte y encarcelamiento de víctimas y opositores políticos desde abril de 2018 a agosto de 2019, tal como evidencia el informe Bachelet conforme el mandato otorgado por la comunidad internacional, en similar tono que el informe correspondiente a Venezuela[3].

Aquí se suma un pedido a la reanudación de manera urgente de un diálogo significativo e inclusivo junto con la reparación de las víctimas[4], a las que se les ha negado el acceso a la justicia, la verdad  y las garantías de no repetición tras las graves violaciones reportadas desde abril de 2018 en un contexto de protestas. Más de 300 personas murieron en dicho contexto y su represión, y más de 2000 resultaron heridas. Esta crisis democrática y de derechos humanos es justamente la que llevó a países de la región a encender simultáneamente las alertas en el seno de la Organización de Estados Americanos (OEA). Se trata de  otra crisis humanitaria que desde hace casi un año y medio se viene agudizando, con una inmensa cantidad de presos políticos perseguidos por el régimen de Ortega, y clausura de medios de comunicación que disparó los mecanismos establecidos para estas circunstancias por la Carta Democrática Interamericana[5].

Lamentablemente parece que el afianzamiento de los valores democráticos está nuevamente puesto en riesgo en la región. Sin llegar a las oscuras épocas en las que dominaban las dictaduras militares, gobiernos de origen democrático se han transformado en regímenes que repudian los ideales de los derechos humanos que habíamos conseguido fortalecer casi como banderas en todo el continente. En el caso de Nicaragua es particularmente patético el papel que ha adquirido Ortega, protagonista principal de la Revolución Sandinista que depuso al régimen del general Anastasio Somoza en julio de 1979, y que 40 años después es una triste y oprobiosa caricatura de aquel comandante revolucionario.

Quienes estamos comprometidos desde siempre con estas banderas de democracia y derechos humanos no podemos permanecer indiferentes. Hacemos votos para que la política –con mayúsculas- pueda salvar lo que queda de democrático en estos países, y que la región persista en este camino que marcó la Comisión Interamericana de Derechos Humanos hace justamente 40 años, con sus valientes informes posteriores a las visitas in loco a la Argentina de Jorge Rafael Videla y al Chile de Augusto Pinochet.

Las herramientas que se están utilizando del Sistema Universal de Derechos Humanos son las correctas considerando que el 19 de diciembre de 2018 el gobierno sandinista suspendió las visitas de la CIDH y la presencia del Mecanismo Especial de Seguimiento para Nicaragua (MESEN). Asimismo, consideró cumplida la misión del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI) justo antes de la presentación del informe público de este último.

Hago votos para que el gobierno argentino y el «Grupo de Lima» profundicen este camino detrás de la mejor tradición de nuestra política exterior en esta materia. Así como en su momento en los años 80 durante el gobierno de Raúl Alfonsín se hizo conformando el denominado «Grupo de Río», corresponde hoy mantener una postura firme frente a un régimen que nos retrotrae a las peores dictaduras que el sistema de derechos humanos debió enfrentar en los 70.-

por Marcelo López Alfonsín, Juez en lo Contencioso Administrativo y Tributario*

 

[1] Nos referimos a ello en “El Sistema Interamericano de Derechos Humanos está alerta”, con Elisabeth Berra, Microiuris Doctrina MJD6391, edición digital del 15 de agosto de 2013 y en “La libertad de expresión en el Sistema Interamericano de Derechos Humanos: una tendencia regresiva”, con Luciana Salerno, DPI, Derecho Constitucional, edición digital del 11 de diciembre de 2017. Ver “Noticias ONU” del 7 de setiembre de 2019, “Informe de Michelle Bachelet señala que 100 periodistas han huído de Nicaragua” /es/news/topic/human-rights.
[2] Ampliar en nuestro artículo “No nos hagamos los distraídos: el Sistema Interamericano de Derechos Humanos está en peligro”, IJudicial, 14 de junio de 2016.
[3] Ya fijamos posición sobre este país en “Las alertas regionales en defensa de la democracia y los derechos humanos funcionan”, IJudicial, 27 de julio de 2019.
[4] Ver “Noticias ONU” del 6 de setiembre de 2019, “Nicaragua: Impune ante las violaciones de los derechos humanos” /es/news/topic/human-rights.
[5] Llamamos la atención en este tema en “El Sistema Interamericano se reafirma en sus estándares democráticos”, IJudicial, 7 de enero de 2019 y en “El Sistema Interamericano de Derechos Humanos responde en defensa de la Carta Democrática”, IJudicial, 27 de febrero de 2019.

* Artículo publicado originalmente en Infobae, el 11 de septiembre de 2019