La justicia porteña despide a Juan Octavio «Yuyo» Gauna

Por el 11 de febrero de 2019

Fue el primer titular del Consejo de la Magistratura desde su constitución en 1998 y gracias a su férrea decisión la justicia de la Ciudad de Buenos Aires comenzó a dar sus primeros pasos

El viernes 8 de febrero falleció a los 81 años, Juan Octavio Gauna, quien ejerció cargos como Procurador General de la Nación, secretario del Interior y secretario de Defensa durante la gestión del presidente Raúl Alfonsín, en pleno proceso de reinstauración democrática. Luego fue diputado nacional; y más tarde, en 1996 con la llegada del primer gobierno autónomo porteño, ocupó la estratégica secretaría de Gobierno. Previo a esos años, había sido juez y camarista en el fuero federal en lo Contencioso Administrativo.

En paralelo a su trayectoria en la gestión pública, fue docente de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, en la que terminó siendo profesor emérito tras desempeñarse durante 16 años como director del Departamento de Práctica Profesional. “El práctico” como tradicionalmente se lo denomina, constituye un espacio de formación para los futuros abogados, y además resulta el ámbito donde la UBA cumple una función de extensión clave que lo vincula con su comunidad.

«Ejerzan con la mirada no puesta en el litigio ni en el conflicto. Busquen la posibilidad de resolverlos sin necesidad de llegar al pleito. Busquen componer, arbitrar, mediar, para superar el conflicto. Hace mucho tiempo que nos dedicamos a destruir, es buen tiempo que nos dediquemos a construir«, decía en uno de los últimos discursos que brindó en las colaciones de grado de su facultad.

Varios magistrados y magistradas rápidamente hicieron llegar sus reflexiones y recuerdos a raíz de su partida:

«Muy respetado, unánimemente por sus pares y por todos los que integramos el Poder Judicial», así eligió caracterizarlo el magistrado y actual consejero Darío Reynoso. «Siempre tuvo muy claro el objetivo que tenía un Poder Judicial nuevo como el de la Ciudad, y que tuvo una visión estratégica en sus comienzos en cuánto a la formación e integración del personal. En el fuero Contencioso Administrativo que fue el primero que se formó, trató de armar un equipo donde la mitad viniera con la experiencia de los fueros Contencioso Administrativo Federal y también Civil. Y otro 50 por ciento de gente nueva que recién se asomaba al Poder Judicial», recuerda.

El exconsejero y hoy presidente de la Sala I de la Cámara de Apelaciones en lo Contencioso Administrativo y Tributario, Carlos Balbín asegura que «es posible escribir innumerables páginas sobre las múltiples vertientes de ‘Yuyo’ Gauna'», de quien recuerda: «Lo conocí hace ya treinta años». «Profesor universitario, juez, procurador, consejero, abogado. En verdad esas páginas ya están escritas con todos los honores. Quiero simplemente destacar que en estos treinta años descubrí su humanidad. Y con esto no puede decirse más. Mi mayor admiración y agradecimiento para él», finalizó.

«En una era de formas en vías de extinción, Gauna era un caballero«, reconstruye Andrés Gallardo, juez Contencioso Administrativo y Tributario porteño. Y advierte que «aún para con los de otro palo, tenía códigos y los cumplía». Consultado por su perfil, el magistrado aseguró que «Yuyo» como lo apodaban desde joven, «era simpático y carismático, seguramente se fue con el cigarro encendido». «Para mí, era un verdadero caudillo urbano«, concluyó.

«En mi caso, no solo fue el primer presidente del Consejo; también fue jurado de nuestro concurso, docente de nuestro posgrado y hasta tuve el honor de compartir un panel académico junto a él», recuerda Andrea Danas, titular del juzgado n.° 9. «Siempre fue tan aguda su mirada como su expresión, tan exacto su juicio como su diagnóstico de los temas, tan seria su opinión como irónica su simpatía para expresarla. Siempre fue esclarecedor y siempre se comportó como un maestro que nos ilustraba en cada clase», declara. «Hoy nuestra autonomía, esa asignatura tan pendiente aún para nuestro Poder Judicial, llora su propia orfandad, en un tiempo de escasez de líderes públicos de su honradez y su talla. Ojalá podamos reparar esa falta en su memoria», finalizó expresando su deseo la magistrada porteña.

Para el titular del juzgado n.° 13, Guillermo Scheibler, Gauna era «un político de raza, pero también un ‘judicial’ con una importante trayectoria en la Justicia. Eso le permitía tener una visión más comprensiva de lo que sucede en un tribunal. Si bien me comprenden las generales de la ley –integró el jurado en el concurso por el que me designaron-, creo que eso también lo convertía en un evaluador óptimo«. «Fue un apasionado de la Ciudad de Buenos Aires, luchando por su autonomía y difundiendo sus instituciones desde la docencia y la doctrina», reivindica. Y recuerda también a otro de sus «grandes amores», el Colegio Nacional de Buenos Aires, del cual era egresado. «Tenía una especie de ‘censo mental’ sobre quiénes de los integrantes del Poder Judicial porteño pertenecían también a esa suerte de ‘hermandad de las aulas’«, recostruyó el magistrado. «Fue una personalidad destacadísima de nuestra historia institucional, siempre con la grandeza de -cuando así lo creía- reconocer públicamente a los demás, incluso aquellos que no formaban parte de sus afinidades políticas o doctrinarias», concluyó.

«‘Yuyo’ fue uno de los personajes del Siglo XIX, más que del Siglo XX, y menos del Siglo XXI», señala Marcelo López Alfonsín. «Un personaje que tenía características de personalidad de Estado, le tocó estar en los tres poderes; y en los tres ejerció como repúblico y como demócrata que era», así lo retrato. «Es un ejemplo que tenemos que seguir todos los que somos operadores constitucionales u operadores jurídicos en el día a día», indicó en el cierre de su recuerdo, quien actualmente conduce el juzgado n.° 18.

Por su parte, la titular del juzgado n.° 13 en lo Penal, Contravencional y de Faltas, Lorena Tula del Moral eligió recordarlo como quien «fundó nuestro Poder Judicial teniendo en la mira su independencia y fortalecimiento». A su vez, destacó que «fue un gran jurista, un hombre de bien que puso su honestidad al servicio de las instituciones de nuestro país». «Nos deja su legado de seguir trabajando por mejorar la función pública y conseguir la plena autonomía de la Ciudad de Buenos Aires», concluyó la magistrada, quien confesó que -a menudo- lo consultaba y que recibía sus devoluciones como verdaderas enseñanzas.

Sus restos fueron velados en el Salón Azul de la Facultad de Derecho de la UBA; y en el mediodía del sábado fueron sepultados en el porteño Cementerio de la Recoleta.-