En el Colegio Público de la Abogacía de la Ciudad de Buenos Aires, tuvo lugar la presentación del libro de la biotecnóloga argentina Lu Ciccia, organizada por el Observatorio de Género en la Justicia y el Programa de Actualización Debates feministas en los derechos, de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires
La titular del juzgado en lo Penal Contravencional y de Faltas nº 15, Karina Andrade, sostuvo durante su exposición «Nosotros tuvimos un gran vínculo con la ciencia médica en el derecho. El derecho penal tiene historia con esto, era un médico criminólogo que estudiaba la capacidad craneana, también el estudio del cuerpo, del cerebro para predecir el delito«.
«A mí me hace recordar esto cuando Lu habla de un tipo de predicción sobre las enfermedades, por ejemplo. Entonces ella propone el concepto del cerebro mosaico, creo, que es un resultado de combinaciones que nos va a decir que son únicas, que no hay solo factores genéticos, sino también desde la experiencia y la cultura. Esto fue también un gran descubrimiento. Y el concepto de plasticidad y cómo nuestros estados psicológicos se expresan biológicamente«, sostuvo la magistrada.
«Desde mi lugar no propongo leer el libro como un libro feminista o de biología, sino como una herramienta para movilizar nuestros pensamientos jurídicos en pos de construir un sistema de justicia que no legitime jerarquías basadas en premisas científicas profundamente sexistas», subrayó Andrade.
«Quisiera cerrar con una pregunta que me hago y que podemos quizás trabajar aquí con ustedes, junto con Lu que es: ¿Cómo puede impactar en la Administración de Justicia una reconceptualización fundamental de la categoría de sexo?«, enunció la jueza como interrogante al concluir su presentación.
La Dra. en Filosofía Laura Belli aseguró que la propuesta de Lucía es «una profundización maravillosa» que transforma la comprensión del sexo y el cuerpo. Y agregó: «Uno de los aspectos más interesantes del libro es pensar la idea del sexo no como una categoría natural, sino como una tecnología de jerarquización«.
«La obra sostiene que el sexo no se limita a describir la realidad, sino que activamente la produce y no describe la categoría sexo nuestras biologías, sino que las produce, las organiza, las asignan a la gente…», afirmó Belli.
«Presentar a la mente no como un ente aislado y absolutamente individual, sino como una existencia intrínsecamente relacional, me parece absolutamente poderoso«, sostuvo la filósofa. Y concluyó: «En el momento que dejamos de asumir que nuestra biología fija destinos, en ese mismo momento podemos empezar a imaginar vidas muchísimo más amplias, más complejas«.
La Directora del Observatorio de Género en la Justicia, Diana Maffía, quien formó parte del panel expresó que el libro de Ciccia «ramifica hacia muchas formas la reflexión» y que tiene «muchas entradas posibles». Y agregó que: «Una de esas entradas tiene que ver con el modo en que se confronta la propia disciplina, la biología, con una serie de discusiones contemporáneas«. Sostuvo además que el dialogo con quienes se oponen a la perspectiva de la autora «es bien novedoso y muy confrontativo contra, por un lado causalista y por otro lado binaria y sexista de la determinación del sexo biológico«.
«Una cosa interesante que va a discutir Lucía es esta posibilidad de que el ambiente incida sobre la conformación de lo que después va a pasar, esa interacción entre el ambiente y la biología a partir del nacimiento y va a decir ‘no, desde el mismo comienzo, desde los mismos pares cromosómicos va a haber algún tipo de interacción que puede incidir en qué es lo que resulta'», afirmó Maffía.
La filósofa agregó otra arista al tema y sostuvo que: «La globalización capitalista no es solamente un mercado, es también una producción de corporalidades». Y agregó que: «La homogeneidad que se espera de los estímulos sociales, y esto tal vez en las redes sociales ya es absolutamente imparable, está atrayendo ese modo de producir subjetividades de una manera homogénea, y esa manera homogénea asegura estabilidades biológicas también«.
La bióloga Lu Ciccia comenzó diciendo en su exposición «nosotres tenemos biología, la categoría de sexo es un marco de interpretación, es un criterio de clasificación que creamos para interpretar cómo es nuestra biología «. La clave de su crítica radica en que este marco de interpretación está intrínsecamente cerrado y cargado de sesgos androcéntricos, justificando una mirada a una «masculinidad blanca, heterosexual, cisgénero, adulta, propietaria«.
La autora traza una genealogía directa: «¿Por qué si pienso que la raza en términos biológicos es racista, no hago una analogía con el sexo, como sexista, cuando sé que las genealogías son muy analogables?«
La categoría de sexo, explica Lu, es problemática porque invisibiliza la heterogeneidad o, cuando la visibiliza, lo hace categorizando la diversidad como excepción o desvío. El caso de la boxeadora argelina Imane Kalif ejemplifica cómo el binario se convierte en sospecha racial y de género: si una mujer cisgénero tiene fuerza, inmediatamente se piensa: «parece un hombre. Debe ser una mujer trans, una mujer intersex.«
«Lo que yo propongo en desplazar la categoría es que en vez de excepción convirtamos la excepción en posibilidad, y justamente esa posibilidad y esas posibilidades otras, más allá de lo binario, va a crecer cuando expandamos los criterios de clasificación, más allá del sistema binario», sostuvo la bióloga.
El desafío es claro: «Reapropiémonos de estas categorías para desplazarlas y vaciarlas de su sentido biológico, reconceptualizarlas como histórico-políticas, como lo que son, y creemos otro lenguaje para pensar clasificaciones que van a interpelar nuestra propia subjetividad«, concluyó Ciccia.
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